Viaje a las ruinas de Pesto

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Artikel-Nr:
9788498975284
Veröffentl:
2012
Seiten:
28
Autor:
Angel Saavedra. Duque de Rivas
Serie:
349, Historia-Viajes
eBook Typ:
EPUB
eBook Format:
Reflowable
Kopierschutz:
Adobe DRM [Hard-DRM]
Sprache:
Spanisch
Beschreibung:

Viaje a las ruinas de Pesto. Angel Saavedra. Duque de Rivas:Fragmento de la obraA las nueve de una hermosa maana de mayo, en que un transparente celaje templaba el ardor del Sol, refrescando la atmsfera la ligera brisa del mar, partimos de Npoles por el camino de hierro ltimamente establecido, que conduce a Nocera. Deslizbase rpidamente el convoy, e iba dejando atrs la capital magnfica y su concurrido puerto, donde est parte de la preciosa escuadra napolitana con gran nmero de vapores de guerra, y donde se ven reunidos tantos buques mercantes de diferentes naciones. Siguiendo la playa, pasamos. por Portici, bajo cuyas casas yace envuelta en la lava del Vesubio la antigua Herculano; por la Torre del Greco, pueblo fundado sobre otros dos, vctimas de las erupciones del volcn, y por la Torre de la Anunciata, donde dejando la ribera entramos tierra adentro por las cercanas de Pompeya, y al travs de un campo delicioso, cultivado con esmero. Su feraz produccin y sus viedos formando pabellones, festones y guirnaldas, enlazadas con los rboles pomposos y corpulentos, de que est sembrada la llanura, forman un rico y risueo paisaje, de que es ltimo trmino, por la izquierda, el majestuoso Vesubio, con sus laderas de esmeralda y su penacho blanquecino de humo y ceniza, y al frente y a la derecha, elevadas montaas cubiertas de arboleda y de casas de campo. En una hora llegamos a Pagani; esto es, recorrimos seis leguas castellanas, en cuyo tiempo no dejaron de mortificarme las dolorosas reflexiones a que daba lugar el ver en un pas que, ciertamente, no tiene fama de muy aventajado, caminos de hierro, escuadra, gran nmero de barcos de vapor, tierras cultivadas con asiduidad y maestra, casas de campo, gendarmes a pie y a caballo perfectamente vestidos custodiando los caminos pblicos, poblaciones risueas, limpias y bien empedradas, industria, trfico, movimiento y vida, mientras que en nuestra patria, tan grande, tan poderosa, tan rica y con tantos elementos para ser una de las primeras naciones de Europa, nada hay de esto, porque pierde el tiempo y se aniquila visiblemente en intiles controversias y en enconadas personalidades.
Viaje a las ruinas de Pesto. Ángel Saavedra. Duque de Rivas:Fragmento de la obraA las nueve de una hermosa mañana de mayo, en que un transparente celaje templaba el ardor del Sol, refrescando la atmósfera la ligera brisa del mar, partimos de Nápoles por el camino de hierro últimamente establecido, que conduce a Nocera. Deslizábase rápidamente el convoy, e iba dejando atrás la capital magnífica y su concurrido puerto, donde está parte de la preciosa escuadra napolitana con gran número de vapores de guerra, y donde se ven reunidos tantos buques mercantes de diferentes naciones.Siguiendo la playa, pasamos. por Portici, bajo cuyas casas yace envuelta en la lava del Vesubio la antigua Herculano; por la Torre del Greco, pueblo fundado sobre otros dos, víctimas de las erupciones del volcán, y por la Torre de la Anunciata, donde dejando la ribera entramos tierra adentro por las cercanías de Pompeya, y al través de un campo delicioso, cultivado con esmero. Su feraz producción y sus viñedos formando pabellones, festones y guirnaldas, enlazadas con los árboles pomposos y corpulentos, de que está sembrada la llanura, forman un rico y risueño paisaje, de que es último término, por la izquierda, el majestuoso Vesubio, con sus laderas de esmeralda y su penacho blanquecino de humo y ceniza, y al frente y a la derecha, elevadas montañas cubiertas de arboleda y de casas de campo. En una hora llegamos a Pagani; esto es, recorrimos seis leguas castellanas, en cuyo tiempo no dejaron de mortificarme las dolorosas reflexiones a que daba lugar el ver en un país que, ciertamente, no tiene fama de muy aventajado, caminos de hierro, escuadra, gran número de barcos de vapor, tierras cultivadas con asiduidad y maestría, casas de campo, gendarmes a pie y a caballo perfectamente vestidos custodiando los caminos públicos, poblaciones risueñas, limpias y bien empedradas, industria, tráfico, movimiento y vida, mientras que en nuestra patria, tan grande, tan poderosa, tan rica y con tantos elementos para ser una de las primeras naciones de Europa, nada hay de esto, porque pierde el tiempo y se aniquila visiblemente en inútiles controversias y en enconadas personalidades.

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