En el Principio todos eramos felices

A pesar de haber sido exitoso en muchos aspectos durante mi niñez, juventud
y temprana adultez, también acumule grandes fracasos y frustraciones que

me hicieron un hombre duro, insensible a la necesidad ajena, con grandes

vacíos internos, incrédulo e infeliz. Las becas de estudio, dos idiomas,

buenos empleos, trabajo de ayuda social, viajes, casa propia, carro,

desempeño empresarial y profesional satisfactorio, no fueron suficientes

para alcanzar mi felicidad.

Manejé altos niveles de altivez, orgullo y egoísmo, sentimientos de

culpabilidad y una gran rabia por no haber podido alcanzar las metas y

pretensiones que deseaba tener en mi vida.

Mis mayores desilusiones fueron no poder estudiar la carrera universitaria que yo quería; el

martirio provocado por la inutilidad para evitar la muerte de mi madre después de padecer una

larga y tediosa enfermedad que le provocó la muerte; además, sufrí una de las más traumáticas y

frustrantes situaciones en la vida de una persona: un divorcio. Esto me hizo olvidarme de Dios.

Pero luego, después de muchos intentos de búsqueda de esa tan ansiada felicidad que yo daba

ya por perdida, hubo un descubrimiento azaroso en mi caminar que transformó mi existencia.

Hoy, después de 28 años, disfruto de una inexplicable y asombrosa felicidad, producto de un

cambio en mi sistema de vida, guiado por un "poder infalible". Hoy puedo afirmar que mi vida

está llena de gozo, de anhelos, de expectativas, dejando atrás todos mis temores.

Si usted ha estado viviendo algo parecido a lo mío, no desperdicie ni un instante más de tiempo

y léase este libro para que también encuentre su felicidad